Y asi, mientras cariñosamente masajeaba sus pies, de la forma como ella le gustaba y reclamaba en la noches de los sábados, cuando la pesada carga de la semana tenía un descanzo, él, con su sonrisa de niño extraviado, sus ojos enmarcados en sus enormes gafas, ultimaba los detalles finales del asesinato...
2 comentarios:
orales que oscuro jejeje
Gracias por tus comentarios en mi blog, me alegra mucho saber que te agrada lo que escribo. Lo mismo te digo.
Te mando un abrazo
Muchas gracias por visitar el blog. Disculpa la tardanza en responder, pero hay ocasiones en las que los pendientes del día a día me rebasan. Agradezco tus comentarios tan gentiles, y sabe que nuestros hermanos colombianos no se quedan atrás, eres buena muestra de ello.
¡Que buena entrada! Con pocas líneas nos permites crear una escena completa. Lúgubre.
Definitivamente debo hacerme el hábito de visitar por acá. ¡Un fuerte abrazo!
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