marzo 31, 2010

Corriente y espontáneo.

Relato eucarístico. Definiendo su contorno, reclamo un cuerpo dócil; a mi pesar, ella no le gustan las relaciones con régimenes, aunque tuviera un dominio limitado y constreñido a su desden. Asi son las cosas cuando te fijas en una mujer en la que todos se fijan. Asi son tambien las normas cuando la belleza dentro del pastel, hace todo lo posible para negar la existencia de una amante sin pedigri. Después de que me pidiera el número de celular, mi días se agrupan en dos grandes grupos.

El retorno a mis días de mortal empiezan temprano. Salir del edificio, caminar hasta el paradero, conducir. Aparcar, subir al ascensor e instalarme en la oficina. En la oficina, hacer poco y aparentar mucho. Almuerzo. Al termino, alguna bebida caliente, bien puede ser té , ya que favorece la digestion. Tarde. Alguna charla con café, sin azucar. Insulsos comentarios y los chismes que son un simbolo patrio. Caminar. Regreso al parqueadero. Conducir como agonia o la supremacia de los claxones y los madrazos; sé que me transofrmo al volante. Apartamento. Cena. Algo de televisión. Cama. Fin del día, ella no me llama. Nombre del grupo: días corrientes.

Un día de exaltación comienza normal. Los días felicies aparecen después, incluso cuando ya han terminado. Se convierten ayudados por la memoria, y es la recopilación, en la edición, cuando pueden llamarse asi. Me despierto y sigo con un corriente. Suena el timbre del celular, número desconocido. Muy probable que sea ella. Contesto y salgo de un corriente inmediatamente al espontáneo. Un día asi sigue igual, pero con un encuentro, mayoritariamente, a las 6.30, en la 93 con quince, en el lugar de los perros calientes que a ella tanto le gustan. Empaco en un morral -comprado para tal función- una chaqueta, los tenis negros y la camara fotográfica.

Ella ha sido muy puntual. Me exige que llege siempre unos minutos antes, porque la idea de esperar la aterra. Además nunca faltan el tipo valiente que busca hablarle. Nunca llega con la ropa que usa en la visitas. Me veo como uno de sus clientes, disfrutando al quitarle los pantalones ajustados o desprenderla de las blusas de estudio F. Pero, solo imagino. Entre sus exigencias esta que me acueste a su lado, pase un brazo por debajo de su cuello y la abrace con el otro. Sus pijamas, son traidas del medioevo. También estan las fotografias, que son hoy en mi apartamento. Una de mis recompensas es verla quintandose la ropa. Otra, son los besos que me regala en público, o los abrazos, porque a nadie se le ocurriría que ese portento de mujer saliera con migo, al menos sin pagarle.






Conjeturas celestiales

Uno de mis ángeles, el metafórico, me habla con frases cortas. Me dice "el tiempo se escapa" y la "vida es un regalo" y lo repite, pero lo hace con amor. Utiliza este tropo tan frecuentemente que no podia dejar de preguntarle el por qué de ese uso reiterativo. Incluso su respuesta fue una composición a su estilo místico: "Es verdad que no solo del pan vive el hombre y tal como un comestible, tal vez, la metáfora es como el pan" En realidad creo que no conoce otra forma de hacerse entender.

El ángel academicista recita frases. Su dialogo es una colcha que abriga, pero que pica debido a las numerosas costuras. Es refinado en los cortes pero es un terrible costurero; usa puntadas largas y el remate deja nudos atroces. "No son los golpes ni las caidas las que hacen fracasar al hombre, sino su falta de voluntad para levantarse y seguir adelante" - me dijo la otra vez que estaba con el fango hasta el cuello. Sus palabras me llenaron de optimismo, pero no pude evitar volver a caer; su respuesta, esa vez, me dejo consternado: "no importa como eres en el interior; tus actos te definen". Entonces, con esta última frase concluí que necesito protección de codos y rodillas, un casco, y la paciencia de soportarme.

Mi preferido, el de las alas con plumas grises, traje elegante, zapatos lustrados pero de calabera por rostro, es a quien más le entiendo. Para hablar utiliza letreros. Su ortografia es impecable y como el cartel es de unos 70 x 40, escribe aveces sin artículos. "Sufrir: tu decisión" me escribió un dia mientras miraba por la ventana del apartamento. Lo vi del otro lado de la calle con ese pequeño cartel sostenido en su pecho; la corbata, o lo que se podia ver de ella, combinaba como siempre. Un día, cuando estaba sosteniendo mi cabeza, con mis manos, e intentaba responderme el por qué de mi inconsistencia, levanté la mirada y estaba alli, en el sofá, con su cartel apoyado en las piernas cruzadas "lo haces dificil" - decia. Cambio a otro letrero, ubicado detras del anterior, "de la peor manera", y puso otro en el que decia: "entiendes o pierdes".


marzo 19, 2010

Un "i love you" fulminante


Dedicado a: Ebony girl

Recuerdo la escena de un pelicula donde la pareja protagonista discutia en una de las calles de Paris. Era una tarde de verano y uno podia ver las personas disfrutar de la arquitectura o de la compañia de amigos, algunos sentados en los cafés que, como es costumbre, tienen unas mesas con unas carpas, protección del sol ininterrumpido. Ellos discutian mientras toda esa representación de disfrute parisino ocurría como escenario. En un momento, luego de haber caminado enfrascados en la discusion, junto con árboles, parques, vistas magnificas al rio... el hombre dijo las frases que, para mí, llevaron al desenlace. Minutos más tarde ya parecian odiarse, mientras ella hacia su equipaje con violencia y él se fumaba un cigarrillo, en el balcon de la habitación. Acercandonos al eminente fin, los vemos distantes, y distintos. Por ejemplo, él aparce en una calle de londres, con un abrigo gigante, la barba descuidada, rumbo a una oficina, que curiosamente, esta sola cuando él llega. Ella, camina por las calles de New York metida voluptuosamente en un vestido que descubre su espalda y parte de sus torneadas piernas, ni que hablar de sus nerviosos hombros que a ratos se atrevian, en correspondencia a los omoplatos.

Las palabras precisas fueron las siguientes: "Sabes que eres infeliz y me culpas por ello" Santas palabras dichas, que le explotaron, como constumbre cinematografica, en la cara del que las pronuncio. El hombre terminó por ser el damnificado de la historia, en soledad y arrepentido. La mujer, al final, más bella y decidida, aparte de ser meritoriamente feliz; ya que, cuando la escena de la calle en NY finaliza (también la película) ella esta dando vueltas en los brazos de un hombre de traje; !solo hay que ver la sonrisa que dibuja la desgraciada!

Seguro esta fue una razón por la que creía: si hay frases que acaban con las relaciones eran, lógicamente, las hirientes. Si embargo, no fue ese mi caso, y del pintorezco círculo de amigos de ese entonces. Aunque el escenario fue algo similar a la película, digo algo, porque nos encontrabamos en una maravillosa finca de recreo en Mariquita-Tolima. ¿Saben a que me refiero? Lo cierto es que de un paisaje asi, descontando mosquitos depredarores entre las 4 y 6 de la tarde, no podrian aparcer palabras para que todo empezara a desmoronarse. No obstante, surgió un "i love you" que desde la óptica del novio, se convirtió en la comprobación de la traición, casi lógica, de los amigos amantes. La frase inocente surgió como agradeciemiento, porque yo buscaba, como un buso, con gafas prestadas y a pulmón, un aretico perdido a mi insospechada nueva moza, en la corrupta piscina que nos vio mojar.

Otra amiga supo la maquinaria que se habia puesto en marcha, y muchismo antes de que mi limitado, pero explicable, juicio cayera en la cuenta. Para mi defensa: el calor excesivo atrofia mi entendimeinto. Ella evitó que me acercara al agredido a preguntar, como es debido: "¿Qué le paso mijo, por qué tan serio?" Sólo me miró con sus grandes ojos negros, y dijo: "no es el momento para que hable con él, yo sé por qué se lo digo". Y ese por qué aún es nebuloso para mí. Pero sirvió, al menos, de explicación a los sendos balonazos mojados en un tribial juego de pelota en la piscina, asumidos por mi adolorida cabeza sin perspicacia, como primitivas manifestaciones de afecto.

No hay final en esta película, tal vez, algo como un desenlace hollywoodense: muy predecible. Al menos, eso si, cuando estalla en la cara un "i love you" pueden verse los destrosos en tonos rosados.

Personaje decifrado: Chica bonsai como "otra amiga"






marzo 17, 2010

Viviana, tal como la conocí

Me repetia a diario que ella no me gustaba. Pasaban días en que no hablabamos y, en realidad, a mi no me hacian, esos silencios, mayores daños. Pero siempre llegaba el momento de encontrarnos. Pasabamos horas hablando, con pocas interrupciones. No teniamos preferencias, los temas pasaban de los habituales a los más absurdos, que entre dos compañeros de universidad pudieran hacerse. Soliamos tomar café en las terrazas, cerca de la carrera quinta, en un antro donde abundaban personajes de boina. El mismo lugar donde por primera vez la ví, y por segunda, hablamos.

Un día me parecio bien contemplar una temporada viviendo junto a Viviana. El diseño de mi idea pasó por el tamaño y orden de los cuartos de un apartamento, la ubicación del estudio, incluso, las formas convencionales de conseguir dinero; nombro dos: al medio día como mesero en una cafeteria y en las tardes como freidor de papas. No sabía entonces que esos temas llegan a la cabeza de un transeunte, hasta que el amor lo sorprende. Parece ser que una mentira repetida tantas veces, no prefigura una verdad.

El día que la ví, recuerdo, llovia profusamente en la periferia del antro aquel, y sin hacer uso del "intervalo confuso"- como ella me dijo en la sita del beso, también con lluvia- tal vez pudiera llover solo en mi área de influencia, por aquellos años. Nunca fue una mujer que puediera hacer girar la cabeza a un hombre de paso, porque adivino que él intuía su tracero sin exaltación, asi como su falta de reparo. Prueba de ello, fue que faltaron tres vasos de brandi para que me fijara en su menesterosa mirada de la que ella, en algún momento, me confesó, fue la menos forzada. Sin embargo, de lo que he visto y probado, es lo mas cercano a lo perfecto.

Ese día no hablamos en realidad. Discutimos, que es una especie de arma. Una segunda ocasión fue más un intento, que una acercamiento, pero además de mi calidad de fanfarrón, para acercarnos, bastó un abrazo improvisado, del que ella fue culpable. Un día tendré que perdonarme por preservar la imagen que prefiero de ella, si en algo me importó, de verdad. De alguna forma, intento que valga su presencia tanto como su lejanía, de esta forma, me repito a diario muchas mentiras.

marzo 16, 2010

Y sale para todos

En los parques cerca al rio, todos los domingos, cuando termina la ciclovia, es común encontrar tirados en el cesped grupos de jóvenes de oscuros lentes. Miran hacia el cielo con los brazos cruzados en la nuca, o escarban en la cabeza ajena, en los mechones largos y retostados de alguna morena crespa de los barrios emergentes. Hacen del paiseje una descarada cargajada de juventud en mi arrugado rostro.

Mientras dejo los zapatos al lado mio, en una de las sillas de madera que dan hacia el rio, puedo verlos con esa calidad de emperadores; algunos solo se quedan alli dormidos, sin un centimentro cuadrado de bloqueador solar, mientras los otros toman cerveza o se manosean, entre sus franelas sin mangas. ¡Ya se vieran desde esta silla dentro de treinta años, y me darian la razón!. Estiro los pies y aprovecho la sombra del almendro que me deja leer el periodico, y hago como siempre, el mayor esfuerzo para concentrarme.

No recuerdo que tuviera tanto tiempo libre entonces. Mi papá solia llevarme todas las tardes despues del colegio a la ensambladora y era serguro que en algo me ocuparía, ya que desde los diez años nunca tuve una función determinada en ese gran salon de ventanas elevadas, maquinas, tornillos y lineas amarillas en el piso, de la cual mi papá tenia el orgullo de llamar "Fabrica" Los sabados y domingos, eran mas que dias sin colegio. Nunca faltaban las visitas a los abuelos, las clases de guitarra con la tia Julia y la misa, donde casi siempre me quedaba dormido.

Cuando me di cuenta estaba en la universidad y trabajando para ayudar a mantenerme en la ciudad. Otro espacio en la rutina y Beatriz estaba esperando un hijo. Matrimonio, trabajo y otros dos hijos. Que más le puedo pedir a la vida, estaba tan responsabilizado que no me quedo otra que envejecer, con la dignidad que correspondia. Y es que el juego puede ser sencillo, mientras no presumas de tus cartas, o apuestes demasiado, para que adivinen que tienes una buena mano. Asi, un camino solo puede llevarte, pero encontraras desviaciones de vez en cuando. No creas que nunca tuve oportundidad para tomar otra ruta, existieron, digamos, bastante oportunidades; solo es que sabía que era el tipo de hombre que respondia a la presión, no a sus impulsos.

Solo le quedaba la seccion de edictos, que por increible que parezca leia con detenimiento. Esa tarde desecho la opción de disfrutar de procesos de desalojo, tan comunes en estos días de la crisis en el sector inmoviliario. Se puso los zapatos y doblo el periodico el cual cargó junto al termo. Su sombrero de ala corta, mientras empeza su camino de regreso, se elevó por una corriente de aire y lo envio muy cerca donde estaban los jóvenes. Miró su sombrero y al joven que lo traia en la mano. Justo aquel que dormia toda la tarde asandose a fuego lento.

Abuelo, por poco y se le va al rio!- dijo el joven que le sonrrió- pero tranquilo, yo me he pasado ese rio hasta amarrado.

Gracias jovén- le dijo mientras se acomodaba el sombrero- debería cuidarse más del sol; mire el tipo de arrugas de las que puede hacerse propietario, antes de tiempo.


marzo 13, 2010

Suscripción como indicador


Habia desconfiado de los test de personalidad porque creia que la personalidad representaba la individualidad, y, siendo esta única, los indicadores como medidores de pH son impresisos. Al menos eso creia. Pasadas las palabras, los hechos y el tiempo que los solventa, no se si resultado de los crueles golpes de costado o de la calcificación de los supraorganos antes cartilaginosos, definidos a qui como: la pasiencia, la relajación y el importaculismo; tan sabiamente puestos en edades donde realmente importaban. El tiempo a lo que no derrumba, endurece o desinfla, deja en puntos suspensivos o en interrogación- no me vengan con las comillas, que son como el cetro para la reina- Al hombre lo endurece, porque a su aspecto gelatinoso le son fastidiosas las particulas sin forma, dentro de la masa translucida las impuresas son evidentes, para ello, ¡que bueno el oscureciemiento!

Decia que no creia en los tests. Cada cuanto tiempo llenaba los formularios de cosmopolitan de mi compañera de cuarto, con la que eventualmente después de cotejar el resultado, haciamos el amor con la revista abierta y desperdigada. Un recuerdo sustancioso de la calificaciones:"¿eres un buen amante repentino?" fue en la esquina entre el baño y la sala, donde por cuestiones inimaginables el antiguo propetario habia dejado una saliente en el muro donde ella pudo inclinarse y dejarme recordar una de tantas abreviaturas, y no dejaba de ver esas letras: Q.S.G.H.

Por curioso que parezca, repondía a cada pregunta con total sinceridad. Meditaba en como la respuesta podia influir en la calificación final y trataba de predecir, según el perfil de la publicación, cual seria mi diagnóstico. Cosmo, es una de esa revistas que solia leer Daniela cuando viviamos en ese apartamento cerca de la universidad. A ella solo le interesaba pasar velozmente por las fotografias, alguno que otro artículo y, sin rebaja, por el horóscopo. En cambio, para mi, después de que ella tenia la premisa de sacarla de la bolsita plástica, que le entregaba el portero, la tomaba con respeto, ya que contiene el código femenino mundial, y eso es decir poco. Leia hasta el último de los artículos, en los cuales quería encontrar tanta y precisa información del universo rosa, que en algunos de esas investigaciones (disfrutando del prefume impregnado en las páginas, perfume caro de Daniela) me quedé en un test, y de eso ya son veinte seis revistas y suscripción a nombre de mi hermana, que recibo en similar bolsita plástica.

Según la propia revista soy el esposo ideal, el amigo confidente más confiable y el cocinero menos recursivo. Supe que Daniela término sus estudios de sociología, tiene un novio con el que vive desde hace un año, en un apartamento cerca del parque nacional. Quince cuadras de aqui. La ví un miercóles en la tarde, mientras hacia fila en el cajero de siempre. Lucia como antaño: provocativa. Vestia uno de esos jeans que le traia, seguro, su primo de San Diego, California, y tenia el cabello con un tinte claro; su piel aun seguia siendo del palido-erótico que me gusta. Yo, sin más, el mismo de siempre. Aún sin un titulo que avale mi ignorancia y dedicado a vivir de la caridad familiar, de los detalles minúsculos y de las ofertas minimalistas. Mi cosmo, Sport illustrated y The New York times que llegan a la porteria son tan ciertas en mi mundo raro, que mataria para no dejar vencer la suscripción.