junio 15, 2011

Al recordar, yo te llamo

Otra querida publicación más, buscaba motivos, no los encontré, igual publiqué. Me quiero sentir leído por nadie y tengo suficientes motivos (con estadísticas) igual con nada interesante que decir, tal vez algunos temitas, o pendejadas, muchas de ellas comunes y corrientes, en eso me parezco a todos los escritores. ¿Importantes?, no, al menos para alguien distinto que no sea yo. ¿Nuevas ideas?, tampoco. Estoy de acuerdo con aquel que dijo que todo es una copia, una modificación, de algo que ya se dijo, algo que ya se hizo. Insensato -y sospechoso-  aquel que cree decir la verdad, el que quiera adoctrinar, dar consejos, el que en "moral" recite un sermón, encuéntrese agradado en el pulpito o en nivel elevado para que lo vean mejor, o que mediante propagada edifique a un hombre siempre en autodestrucción.  Nada de eso son mis temas ya, pero me resisto a irme, amo tenerme aquí en este espacio, tan sencillo y cálido, como el hogar que espera en la noche y donde quieres descansar. 

Le dedico al hábito de la búsqueda una canción y con ella le quiero recordar cuanto la necesito, la respeto y la quiero.





febrero 12, 2011

Obsolescencia programada

A todo ámbito y existe: la obsolescencia.  Mi anterior trabajo consistía en recibir reclamos vía teléfono de los productos de una marca de electrodomésticos. Fue un intento por no quedarme en casa, y lo conseguí. Mi hermana mayor que ronda los cuarenta, había tenido su tercer hijo sorpresa, por no decirle indeseado y la nena, a quien la habían llamado Valeria por la abuela materna, no paraba de llorar en la noches, parecería que aquel incesante llanto reflejara un presentimiento de todos los males del mundo. Las otras dos criaturas, Sebastián y Federico, que apenas iniciaban la básica primaria, después del medio día regresaban como una riada ruidosa y desquiciante.  Los sábados cada quince días, incluso, después que se los llevara el padre, acorde sentencia, quedaba el ambiente arramblado de sus presencias. El trabajo, en un call center conocido, me daba la ventaja de turnos cambiantes, sobretodo en la madrugada o en las tardes, cuando había menos paciencia en la casa. Las llamadas nunca parecían normales, sobretodo si las realizaban ancianos quejumbrosos y, al menos, con todo el tiempo del mundo para quejarse.  No puedo dejar de compararlos con el ciclo de vida de los productos o con la muerte del asalariado que, inocente, optimista o desgraciado, sale a buscar trabajo después de los treinta. Al respecto de la obsolescencia programada, les dejo un video. 
 
 
Lo único cierto de la sobre población mundial es que cada vez hay menos para repartir y por eso el trabajo escaseará siempre, por lo menos el que se paga. Somos un producto de factura masiva, que debe ser consumido como se hace con los productos masivos: entre mas rápido mejor. A mí, que escucho a los abuelos reclamar por el horno y sobre la superioridad técnica de los artículos decimonónicos, que solo me interesa el silencio de mi casa paterna para leer agusto, no me importa que también a nosotros nos hallan puesto una fecha de vencimiento en remplazo de la muerte.

enero 26, 2011

Currículum vítae

No me vengas con eso otra vez. Ponte a trabajar y los efectos evidentes de la desocupación desaparecerán.

¿Efectos?

La pensadera. La sinrazón. A esos efectos me refiero.

¡Pienso luego existo, pendejo!

Ahh...y también desparecera el mal humor.



enero 24, 2011

Rubí

En su cumpleaños, un Emir de Ajmán, exigía piedras preciosas. Aproximarse, en lo ceremonial, no era lo más fácil, él representaba la dificultad de hacerle un presente a alguien que lo tenía todo y, aunque autoritario fue siempre muy práctico, la imposición no las ponía fácil. Recuerdo el color de los velos de la servidumbre, las cortinas y el decorado de los muebles en madera de roble, de un rojo seductor y fatigante. Eso fue hace mucho tiempo pues encontró en Rubí, una delicada tunecina de sangre marroquí, de ojos grandes y expresivos, la más preciosa de las gemas y, en aquel enamoramiento no correspondido, la ruina.
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Como banda sonora dejo estas dos canciones: una de los Babasónicos y la otra de Kaiser Chiefs. Ojalá les gusten:

   Los babas:


   Los Kaisers:

enero 21, 2011

Mucho menos que woodstock

  Ojalá me sirviera de transporte una canción de The Cure  como lo hace una de Fania All Stars. Que una canción como Lullaby  me llevará a los lugares que me lleva por ejemplo Viva tirado. Imposible. Es una imposición inextricable, una de tantas, como la familia, el nombre y la nacionalidad. Es una cicatriz que disimulo. Me consuelo al no ser el único, ni el más patético. Por ejemplo, ver a muchos costeños, Cartageneros para ser exactos, metidos en pantalones entubados, botas militares y con la camiseta del estampado clásico Fear of the Dark de Iron Maden . Increible, ver a mi amigo  Checho, después de la agitación frenética de su larga cabellera hirsuta, buscar, con mi complacencia, una rocola clandestina, impensable para el  gueto, donde escuchar aquel vallenato  que le dedicó la Chechi, una ex novia no superada. Escucharlo repetir la letra, ¡y con acento!, con una pasión similar o mayor a las, pobremente pronunciadas, del miedo a la oscuridad.

enero 17, 2011

La dama y sus mascotas

Leía la dama del perrito de Chéjov mientras esperaba el autobús de la mañana. En la fila empezaba haber desesperación por la tardanza, pero los reclamos y los comentarios de extraños congraciados no me separaban de las paginas. Al margen, Luisa, me había escrito un pequeño párrafo en lápiz y había llenado con grafito un corazón diminuto en la esquina superior derecha. Una flecha sugería una frase en particular pero a mi este tipo coartadas nunca me gustaron, es como obligar al amor, obligar a la lectura.  Imposible no recordar a mi abuelo, que cuidada de sus libros como si fueran supraorganos y me repetía que el oficio de tatuador de libros debía considerarse un delito, tan vil, pero no encarcelable, como la deslealtad. Mi abuela coleccionaba libertad, en jaulas de alambre, muy en contra de sus preceptos católicos, lo hacia como contraprestación a una artritis degenerativa, tal vez verse como un dios que ama pero cercena, le devolvía mucho la comprensión divina.

Beds are burning


El siempre fue libre, siempre hizo lo que se le venia en gana. Lo odiaba por eso. Mientras, a mi se me prohibía casi todo. Me odiaba por eso. No quería verme al espejo como un niño, lo era, pero no sabía que eso serviría de escusa. Fui muy duro, me hice pedazos, en lugar de hacer pedazos al mecanismo. En lugar de deponer, hacerme responsable, debí hacer lo que él, convertirme en víctima. Como víctima se construyo la plataforma y empezó a patear, romper, transgredir y nadie, por esa enfermiza debilidad de los adultos, le ponía real freno, la conciencia no los dejaba. Se sentían culpables. En cambio de mí, de su ideario representado, de mi no, porque me sentían extraño, hicieron de mi algo que nunca fueron ellos. Existíamos para representarnos, él como un bando y yo como el atenuante. Tarde en descubrirlo. Me odie por eso. El tiempo, a mi tipo de criatura, le devela todos los misterios. Lo entendí, pero tarde, siempre lo es, aunque se sintió bien saberlo. Cuando viene en su encuentro como el juez que quisieron que fuera, como el verdugo, ese día todos eran víctimas, del tipo de víctima que fue él, la misma forma de justificación, pero lamentablemente no había nada que argüir, el único que podía ayudarles salió corriendo al verme, lo vi desparecer en instantes, parecía un niño. Vi la vergüenza en sus ojos, sin embargo esperaban la muerte sin oponerse, lo hicieron igual como lo había hecho yo, siempre obediente. Se odiaron por eso.

enero 11, 2011

Brujería

A las tragedias se le atribuyen causas misteriosas, sobrenaturales. Como una señal. La forma en que se comunican los sabios espíritus o la manera en que se cobran los dioses. Porque la venganza los hace tan divinos como el perdón a nosotros humanos. Debe ser así. Es más fácil cuando nos explica lo que a primera no se puede, por la razón, claro, aunque ella, por definición, servirá para construir el Olimpo y todos sus dioses. ¿Acaso –me dirán ustedes- no me refiero a la imaginación? Pero díganme entonces ¿cuando lo imaginado fue menos real? ¿Acaso no existió imaginación en la percepción de las galaxias moviéndose, de la esfericidad de la tierra? La hubo, mucho antes de comprobarse por medios razonados. El vuelo de la razón con sus alas mochas, en la totalidad de los despegues, sabe que en las nubes inmensas del desconocimiento, se empiezan a circundar, con aletazos cortos, por medio de la divagación. Mi deidad, en conclusión, no sería más que el resultado del desconocimiento, o del temor, que podría ser lo mismo.

Temor. O es mi amor un fantasma, una sombra que se explica por la proyección de un cuerpo en la repentización de la luz y la negación de la realidad, mucho mejor, o en las dimensiones sin mensura. En letras de Zoé, podría ser: “en el brillo del sol, en un rincón del cielo” Me explico el amor como un embrujo, porque no se de neurociencia, ni de psicología. Son sus métodos iguales a los de la hechicería, por no decir menos. No lo entiendo, aunque de la tinta escrita acerca de su influjo se podrían pintar las telas oscuras del cosmos, otra vez. Y así, nunca llegaremos, ni querríamos terminar; negándonos a los circuitos neuronales, a la liberación de hormonas o al básico, sencillo y poco literario instinto sexual.