octubre 02, 2010

Sospechosos

En contraste estaban los Alemanes. Ellos sabían muy bien a quien armarle una guerra y siempre estaban calculando sobre los escritorios ultra ordenados, asépticos y brillantes. Sus peinados nunca sobrepasaban en parentesco al césped de los campos de golf, en donde ahora, venidos todos a menos, paseamos a los perros. Pero no deberíamos preocuparnos, la guerra ya la tendríamos perdida; a un latino el arte de la guerra nunca le ha despertado sensibilidad, como a ellos la salsa o el merengue.

Nos preocupan más los polacos, y eso no quiere decir que las sospechas hacia los bávaros mengüen, por el contrario, algunas mulatas han estado espiando, tanto en los lavados y en la limpieza de los muebles (incluidos los escritorios) como dentro de las sabanas, y de allí, del más antiguo nicho de mercado, algunos pesos extra que a los maridos parecen caerles de maravilla, no importa los comprobados gustos bizarros, en aquellas actividades, padecidos por las señoras. Todo sea por una justa causa.

Así, los polacos: bichos atormentados que nunca son lo que parecen, son el tormento diario del campo de exiliados. Ellos y en menor medida los rusos, que se la pasan cultivando la giba frente a los tableros de ajedrez; no porque sean belicosos, solo es que no pueden con la tremenda sospecha. Refrigeran cuanta conversación pueden, lo hacen detrás de un ingles a metralleta, y a granadas, que dice lo esencial o menos. Las mujeres a falta de lana virgen regurgitan una especia de cinta que van cortando y ordenando en madejas. De allí que sean las mujeres menos apetecidas, además de ser las mas delgadas.

1 comentario:

ANGUSTIAS AND JUSTICE FOR ALL JUSTINE dijo...

No se porque pero me viene al cuento decir algo de los checos, insipidos seres que maquinan al compas no solo de sus compases.