junio 17, 2010

Nuevas pestes

Iracundo

Aceptemoslo. El viejo no lo soporta ni la mecedora en que se sienta a ver pasar a la gente por la calle, entre ellos algunos desprevenidos que reciben el don de los buenos modos de un anticuado baúl de recomendaciones, que abre y cierra dejando salir sabiduria y al que se podría llamar boca ("podría" del verbo podrir). Pero es que no soporta la velocidad ni la pasividad, ni el ruido -aunque el silencio le sienta como un balsamo, aún así nunca es apropiado desactivarle el dispositivo auditivo- ni las modas afrodisiacas; o mejor como las llama él: la meretrización de las vetiduras juveniles. "De esos querida -le grita a la vecina- de esos vestidos soliamos desprender cuando llegabamos de las minas a tomarnos unas copas"

1 comentario:

Anónimo dijo...

Dolorosamente rudimentario, parece hecho con recortes de diario, con frases rebuscadas y con cronómetro.