junio 16, 2010

Silueta

Con las segundas migas mi felicidad se extiende. Arrojas un pedazo de amor manoceado y me lo como con gusto. Sé que cuando despierte ya no estarás allí donde te dejé, cansado. Cuando mi cuerpo se cargue de nuevo ya no estaras tú como polo a tierra, como pararayos. Te iras y no llamarás. Esperaré que regreses pero eres como un vampiro que entra a mi cuarto por invitación y a horas intermedias, las horas pico deben ser para tu novia o amante reciente. La esperanza que me acompañaba se ha convertido en una calidad de sobrecogimiento, compensada por las mismas razones por las cuales ya no estas junto a mi, al menos de la forma constante y calida de los primeros meses; la costumbre o la sensacíon de triunfo: de alguna sacas tu poder. Estira al menos una mano y tocame en la oscuridad, siente la piel de gallina y el frio que recorre en olas por mi espalda, reconoce que es amor lo que siento y dime algo que pueda recordadar, algo de verdad detestable.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

..tu £r£s gay v£rdad??? =)

Balam dijo...

Jejeje. A mi novia le va hacer gracia esto. No, no soy. Gracias por el comentario y si se sintió de esa manera pues puedo decir que de cierta foma el personaje existió fuera de mis prejuicios. Chau.