noviembre 15, 2010

El regreso II

Se encontraron el otro día en el café. Un café cualquiera. Rita en uno de sus mensajes había hablado de este tipo de lugares en la literatura, al menos, en la literatura que ella frecuentaba. Si alguien –decía ella- quería encontrarse en uno de esos libros elegía un cine, un parque o una cafetería, o un café, como se le ha llamado últimamente; antes, en una cafetería, servían café y algunos panecitos, se fumaba, se jugaba al billar; ahora, un café, es lo mismo, pero sin el cigarrillo y la mesa de billar. Por casualidad, como esos libros de barata, no existió un lugar mejor que Donato, la cafetería menos pública del sector, un poco romántica por las luces altas y amarillas, algo que debería haber hecho sospechar a José Enrique.

¿Que es lo que enseñas allí?-dijo ella

Formulación y evaluación de proyectos de inversión.

¿No crees que la elección del oficio del personaje es una tarea complicada? – Continuó después de llevarse al tasa al boca- lo digo porque si fuera una escritora verdadera y tu mi personaje elegiría a un profesor universitario, un tipo que diera una clase parecida a la que das tu, finanzas o administración general, con lo que una revisión no tan exhaustiva de los títulos de algún libro, algún lugar común, total, lo demás es saber disimular…

Puede ser, pero algún administrador que leyera ese libro sabría del engaño.

¿Engaño? Si es que casi toda la literatura es un engaño, solo que los grandes escritores nos vuelven las ilusiones mundos deseables, instantes memorables, momentos perfectos…mira, creo que engañar no es más que uno de los principios de la sobrevivencia del hombre en la tierra, las ciudades, la civilización, el progreso, no son más que ilusiones, artilugios que no responden a un orden, son inventados, no son ciertos.

Responden a un orden, a nuestro orden.

¿Acaso que estudiaste tú José? – preguntó con la sonrisa impertinente de los que buscan hacerse de motivos.

Administración de empresas.

¡Bravo!, la profesión menos problemática para un escritor. Además, ¿qué podría decir un personaje como tu?, algo así como: vengo de la universidad tal, o estudio en la universidad tal, trabajó en una empresa tal; estudiaba en las noches y con mucho sacrificio un posgrado, mi desempeño me llevo a dictar clases en la universidad... redondo, ¿no crees?

A nadie le interesaría conocer la vida de tu personaje si esta no aportara algo a la historia, son unos referentes cualesquiera, pero deben ser relevantes para darle un carácter al personaje, incluso, si esa vida que cuentas sea parecida a la mía, el personaje que captures en tus páginas nos se parecerá en nada a mí.

¿Adivine? –Rió complacida- ¿No me digas que mi ficción es tu realidad?

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