El olvido y sus contradicciones. Leemos para sumergirnos, escapar, recordar, hablarnos a nosotros desde la biblioteca universal, desde las palabras que otro organizó. Muchas veces el tiempo no reside, pasa nervioso, como mi viejo, que siempre se quitaba los zapatos para no despertarnos en la noche, en sus días de tragos, pero que por desgracia, las escaleras viejas lo delataban siempre; de igual forma ante una lectura que nos hace apóstoles en fe ciega. Tomamos fotografías, grabamos videos, componemos un diario. Queremos que todo se quede tal y como está, o fue. La memoria es como un jarrón de icopor, llena de poros, inestable. Quisiera recordar el placer de una lectura, la forma en que estabas vestida ese primer día, el olor de la piel en retrospectiva, como la primera emanación del chocolate caliente, alborotando los sentidos. Quisiera recordar completo, me explico: traer todo el paquete sensorial de un momento en particular; es imposible, mucho se pierde, se olvida. Peor aún, mi memoria es terrible. Lo demuestra el hecho que ahora disfruto de las re-lecturas y lo hago como si fuera la primera vez que leyera esos libros. Tengo un montón de fotografías que muy a menudo me sorprenden, ¿eso soy yo? - digo. Leo mis pocos diarios y los encuentro lejanos, como si escribieran de otra persona. Aunque agradezco tener esa pésima memoria, le debo un beneficio: olvidarte pronto y dejar de sentirme así. Sin embargo: me gustaría extrañarte.
3 comentarios:
Me ha encantado. Siempre salgo embelesada de aquí =D.
Un abrazo y gracias por tus letras
musiquitaa :)
El paquete sensorial, Balam!!!
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