En un libro titulado “las vísperas de la decadencia” Laura Edwards, resume, de manera magistral las razones del porque levantarse en las mañanas mismas –días anteriores a los hechos- son ante todo una mezcla entre aburrimiento, pesadumbre, anacronismo y dolores abdominales. Sin duda, las aproximaciones al mal de perro, descrito en otros de sus libros, en donde lo describe como la insoportable sensación de malparidismo, respaldan la tesis de que antes del guayabo de una parranda vallenata el cuerpo describe una especie de adivinización, trayéndonos el futuro malestar de los tragos horas antes de la ingesta del alcohol. ¿Interesante, no? Pero absurdo. Lo cierto es que Laura, caribeña de nacimiento, pero con sangre europea, con las vísperas, quiere de una vez por todas identificarse con la peor de las causas, la de un nacionalismo improductivo, de pertenecer a un país y a una región ajena a su estirpe de ingleses flemáticos y sin ritmo para el folklor costero. Lastima. Porque entre alguno de esos párrafos inmaculados aparecen chispazos de novedad, con la que quiero cerrar la reseña del libro de la semana: “Eche, será aceptar que nadie se muere en la víspera”
No hay comentarios:
Publicar un comentario