Acompañame afuera; quiero fumarme un cigarrillo. Llevo lustros sin sentir el humo, en cambio, la dasazón de aquellos tiempos idos, la que sentiamos cada quinquenio, como lo resumiste en ese poema tuyo, ahora, sin querer despertar compasión, es de lo más común -Dicho esto salimos a la calle.
Me gusta más la Bogotá lluviosa -dijiste, mientras exhalabas una corriente de aire viciado. La Bogotá opaca y misteriosa de la que nos enamoramos. En la que te disuelves lentamente y emerges convertido en un trozo de asfalto, un bolardo o una alcantarilla; la que cuando sonrries puedes precipitar la euforia sin tener agarrarte de las esquinas. Mi Bogotá, en la que nos hemos traicionado.
¿Quieres?-dices alcanzandome el cigarro encendido, sabiendo mi negativa. ¿Sabías que en algunos lugares de Puente Aranda el aire que respiras es más contaminado que un Belmont?
Me gusta más la Bogotá lluviosa -dijiste, mientras exhalabas una corriente de aire viciado. La Bogotá opaca y misteriosa de la que nos enamoramos. En la que te disuelves lentamente y emerges convertido en un trozo de asfalto, un bolardo o una alcantarilla; la que cuando sonrries puedes precipitar la euforia sin tener agarrarte de las esquinas. Mi Bogotá, en la que nos hemos traicionado.
¿Quieres?-dices alcanzandome el cigarro encendido, sabiendo mi negativa. ¿Sabías que en algunos lugares de Puente Aranda el aire que respiras es más contaminado que un Belmont?
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