mayo 16, 2010

Conmemoraciones

4.

Un provedor se descargó entero. Nada que hacer con una vida arrebatada a balazos porque se escurre, se precipita con cada detonación, es consumida por la llamas de un desesperado partir. Cada bala es un sepulcro en forma de agujero. La velocidad del sonido, o más de esos metros por segundo en una ojiva dispuesta, siempre atenta y obediente. Penetra y sacude, cada una de ellas quita un poco, un intervalo de vida amontonado en tejidos. Lamentable la conclusión del forense pues es de la última que se deriva el deceso. No, es injusticia, la misma que saca de paño los perros a pasear; siempre atento, desde luego, el mal dando vueltas con cigarrillo en los labios, aveces en full moto de alto cilindraje. "Abajo el soporte de las piernas, conduce rapido hombre que quiero sentir el viento dandome en la cara con fuerza DRIVE FASTER MAN, DRIVE FASTER..."

Querido percurtor. A mi las sabanas de terciopelo me estorban el hombro y el agua se escurre por la espalda cuando me miro en la noche dentro del párpado, allí está la cara de un joven que pide clemencia o de una mujer que cuenta la paga. El ministro tendido en la acera rodeado en un charco de rojo vino, ese bebedizo apreciado por vampiros. Querido percutor, te ha precedido el gatillo; me han precedido las penas a mi pero nunca les he culpado. Mira mi llaga del dedo indice como el callo del estudiante y como recuerdo del asesino.
Si algo he aprendido es a reconocer mis errores.







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