Se confesaba la mujercita arrodillada frente al habitáculo ocupado, no por el cura sino por el impostor. El mismo que había jugado bromas sucias en la ciudad, pequeña y chismosa como un pueblo, pero que esta vez se contuvo para hacer de gestor moral. Y no es por la práctica actoral, con la que justifica sus intervenciones en un lugar donde "no se valora las artes ni al librepensador", lo hace por caridad. La mujercita, de una voz tierna, le decia: padre....(secreto de confesión derechos reservados) y él responde, en el rol más fácil, el de hipócrita, pero con un mensaje salido del corazón, a modo de canción rockera: ¿Crees apagar el fuego con agua bendita?; el incendio que en el interior arde lo hace imparable con la fuerza del huracan; Dios ha hecho ataduras a la pasión pero estas se han estraviado; si bien lo deseas, te aconsejo, pide un viento amigo que acelere la combustión y recuerda que la cenizas son fértiles, de alli han crecido bosques. Ahora ve y reza dos oraciones, sin repetir ninguna, ya que en esta iglesia las redundancias son pecados.Ve con Dios hija mia.
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