La semana pasada en la misma mesa del centro comercial nos sentamos, ella y yo, como en la tercera y cuarta cita, para hablar del pasado. Un resumen de la catástrofe puede contener un bostezo de mi parte, una rabieta tuya pero nunca fallamos en la perturbación, hasta en los señalamientos. Parece que nada de lo que haga puede satisfacer tu necesidad de venganza "de sacarte la espinita" con migo, incluso te he dicho que puedes hacer uno de esos descargos físicos que acostumbramos los hombres de cantina: darme un par de trompadas es una forma de liberación emocional, pero rehusas esa alternativa y procuras ir más alla, me hieres por dentro.
1 comentario:
Son estrategas perfectas, saben lastimar y provocar cicatrices invisibles.
Ojalá nos hirieran como en una pelea de cantina, todo sería más fácil.
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